lunes, 15 de septiembre de 2025

Las ca cion de la mujer de Lot

La canción de la esposa de Lot.

He sido una estatua de sal Sentía el llamado de volver A los que amé

Incluso la muerte no temida, Esa de fuego,

Habría redimido

La pálida construcción de mi cuerpo Estático.

Yo, la sin nombre,

He deseado volver

Y eso me convirtió en ejemplo

Me solidificaron para siempre

Me dejaron al borde,

Al borde

De las miradas de los cobardes Que corrieron sin pasado

Sin historia.

Pues bien

No fue esta mi primera muerte.

Mi primera muerte

Fue saber que estaba sola En una feria del sur


 Con los aromas y sabores

De otras mujeres y hombres

Y que no era como esos hombres y mujeres , Mis ojos huérfanos

No se unían a otros,

volvían a una gran casa de madera

A buscar los huevos dentro de la gallinas

A buscar desesperada el aroma de las manzanas A un entretecho que cobijó

Esta muerte de miradas.

Mi segunda muerte fue huir, Sin permiso,

Hacia un territorio hostil

Y vi sus miradas

Burlas y deseo

Deseo y burla para la niña Que abandona el hogar, Volví a ser de sal

Un ejemplo de insurrección Testimonio de desobediencia.

Mi tercera muerte fue En un juego de amigos,


 ellos riéndose de ambos,

Para siempre nos separamos. Nos separaron como separan

A los culpables de los inocentes Volví a ser de sal.

Morí infinitas veces en la ciudad En la intimidad

Morí de deseo y verdad

Morí por mujer

Por los lazos de la tierra

Por las miradas no encontradas Hasta hoy.

Mis muertes todas ellas

Trasmutaron a vida

Nacimientos de muertes

Disrupción de estados

Cambio de semánticas

Una muerte en vida

Acompañó las despedidas,

Lo cuerpos de las amadas personas de la infancia, Don Efrían en la leñera con el fuego del asado, Ada Guala y sus sopas de pollo,


 Las tías que llegaban del norte con garbanzos y dulces.

Siempre, siempre convertida en estatua de sal Para no incomodar con mis miradas

que se asomaban

Impertinentes por mis ojos, mis manos

Y mi cuerpo salino.

Otros morían cerca el tío Werner,

los desaparecidos en el mar,

pero no se convertían en estatuas de sal , Se convirtieron en sueños móviles ,

en ideas .

Yo mujer de sal

Sin voz

Sin movimiento

Y con todas las preguntas Me quedé

Soñando con el movimiento Y la transformación Torturando una memoria que Se construyó

De marchas fúnebres,

De flores que al final de la tarde


 Se alejaron con el viento, Ya no de sal ,

Pétrea de mármol , granito metalizada

Como la señorita de la primera comunión Expulsando el pecado.

¿Qué pecado pudo ser

El que tuve,

El que tuvimos? No era sola éramos muchas . Somos miles

las muertas de sal, así nos llamaron

y así nos exhibieron , Incluso en ese estado susurramos un canto apretamos un solo ojo y parimos

y la prole

Cocinó nuestras comidas

Bailó nuestras danzas

soñó

Oró a los montes, al viento y al sol


 Llenó de incienso, maíz y fuego nuestros Muertos cuerpos salinos.

Los habitantes de la ciudad

Nos llevaron a los museos

Algunas encerradas en cajas ,

En herméticas y temperadas oficinas Atenta la vista de quien hurgaba

En tan maravillosos objetos, Pero éramos nosotras muertas y convertidas,

A manera de ejemplo

En esculturas del pecado

Ya no éramos guachas, ni chinas,

Ni indias, ni pobres,

Éramos la muestra de la desobediencia Las que volvieron la vista

Las muertas

En distintos tiempos y lugares

Yo y mil más

Yo mi estirpe

Las de antes y las que vendrán.

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